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¿Tiene que ver el éxito de marcas como Coca-cola o McDonalds con la psicología?


Hoy hablamos sobre la publicidad, el marketing y el color. Y os preguntaréis, ¿qué tiene todo esto que ver con la psicología? Pues más de lo que nos pensamos, y ahora veremos por qué.

Por un lado, la psicología tiene muchos campos, entre ellos la psicología del color. Se dedican a analizar como percibimos y nos comportamos ante distintos colores. Son muchas las empresas que tienen en cuenta los colores para diseñar su logo o para decorar las tiendas. Obviamente los colores se ven influenciados por la cultura de cada persona, pero, en rasgos generales, los tonos rojizos, amarillentos o anaranjados se relacionan con la calidez y en ocasiones con el enfado, mientras que los tonos azulones o verdosos son relacionados con la calma o tristeza. Un ejemplo claro es, si tomamos el color rojo como referencia, las marcas de KFC o McDonalds. El rojo es un color que estimula el apetito. ¿Ya no resulta tan casual que ambas marcas, de comida, incluyan el color rojo, verdad?
Obviamente las empresas no únicamente consiguen clientes a través de la vista, sino también a través del oído. En todo mensaje es necesario un emisor, receptor y mensaje. La característica más influyente en el emisor probablemente sea la credibilidad o fuente, y por otro lado la atracción (estudios demuestran que cuando más atractiva sea la persona que nos está comunicando algo, mayor credibilidad). Por otro lado, estudios muestran que cuanto menor sea la autoestima del receptor más fácilmente aceptará los argumentos de otra persona como válidos. Y por último, y aquí es donde más nos adentraremos, es el mensaje: mensajes que transmiten positivismo en lugar de amenaza y dejan una conclusión abierta a la interpretación, mejor recibidos son. No solamente el mensaje y cómo se dice, sino dónde se dice. ¿Dónde se dice? Pues sí. Si el mensaje nos entra por nuestro oído derecho, hay experimentos científicos que constatan que ese mensaje llegará al hemisferio izquierdo que es el más especializado en los procesos lingüísticos y vinculados a las emociones positivas. La zona del cerebro que procesa la información emocional se llama sistema límbico. Este sistema se encuentra permanentemente alerta con lo que percibe estímulos continuamente y les asigna significados distintos. Si al estímulo percibido le asigna un valor positivo, ya hay gran parte del trabajo conseguido.

Y así funciona la publicidad subliminal. Estás tranquilo un día en tu casa y de repente te entran unas ganas horribles de comerte un helado. No tienes ni idea de porqué. Y es que si pudiésemos volver atrás nos daríamos cuenta que inconscientemente tu cerebro ha procesado información de anuncios de una marca conocida de helados y al final esa publicidad subliminal ha dado su fruto. Lo mismo ocurre con Coca-cola desde que lanzó su spot de: Coca-cola, la pausa que refresca (en el año 1950). El profesor George Heath de la Universidad de Bath (Inglaterra) asegura que es imposible escapar de los efectos de la publicidad, y que cuanta menos atención prestemos, más nos influirá. No sé hasta qué punto será cierta esta última afirmación, pero lo que sí se es que el contenido emotivo de cualquier anuncio (radio, prensa, televisión) afecta a nuestro subconsciente aunque no queramos.